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Sofia 9/30/2016 | 04:05:41 a.m.  
 
Baruch Elron y su "Torre de Babel" en el Salón de Otoño de Tel Aviv
El pintor fue representante de Israel en el Salón de Otoño
Tags:
  baruch elron   torre de babel   clipa   roni caciularu   hector martinez   maestro elron   aniversario   salon de otoño
 

Fuente: Revista Clipa Nº 1155, Año XXV

Autor: Roni Caciularu*

Trad: Héctor Martínez Sanz**


 

Aquí en Israel, el otoño llega pálido, y en poco tiempo cambiará su nombre por el de invierno. Los acostumbrados inviernos de Rumanía, aquí son casi inexistentes. Aquí ahora estamos a finales de otoño, a veces un tanto revuelto, pues a veces llueve y hay algo de frío… Así que… si me acuerdo ahora del Salón de Otoño parisién, instalado en Tel Aviv, no debería sorprender a nadie.

Fue un sábado lluvioso, aunque al principio estaba soleado. ¡Un sol con dientes! Pero hacía frío y viento. Entonces, el cielo se fue oscureciendo a la vez que el oleado Mar Mediterráneo chocaba contra la costa, contra los acantilados, contra el tiempo, contra la historia y la leyenda, salpicando gotas hacia las alturas de los viejos tiempos…

Uno se marea en el multicolor puerto de Tel Aviv, y busca descansar y desconectar. Hay muy buen ánimo, y la gente se agolpa buscando el instante más hermoso. Los restaurantes estaban llenos, así que me retiré adonde estuviese más tranquilo. Cuando llegué allí me alegré muchísimo por visitar el Salon d’Automne International. Lo escribo, sobre todo, en su lengua nativa, en deferencia a su edad… ¡111 años! Y también por su excelente historial, por su gran contribución al progreso espiritual del mundo. Han expuesto, en este marco, iniciado y mantenido anualmente en los Campos Elíseos de París, artistas como Renoir, Rodin, Cézanne, Brancusi, Kandinsky, Marcel Duchamp, Le Corbusier, Léger, Matisse, Vasarely, y artistas hebreos como Chagall, Modigliani, Pascin, Kisling, Soutine, Mane Katz… A lo largo de los años esta magnífica Institución se ha convertido en uno de los emblemas más importantes de la modernidad. Surgió como réplica revolucionaria frente al Salón Oficial Francés de aquel tiempo (1903) donde el conservadurismo, aun cuando ofreciera obras de gran valor, impedía y frenaba la expansión de cierta libertad creativa, frenaba la innovación y la experimentación de los jóvenes artistas. El Salón dio voz a la fuerza de la vanguardia, a la renovación, sirviendo de hogar para cualquier persona talentosa, con un mensaje artístico alto, dispuesto a hablar convincentemente a las almas de sus contemporáneos, a otras personas y artistas del mismo tiempo (escultor, pintor, fotógrafo etc…). Es este Salón de Otoño un gran acto de la cultura, una ventana internacional, que se dirige a un público muy amplio. Y aquí estoy yo, en la costa de Tel Aviv, no ya en su puerta, sino a través de esta ventana.

El frío de fuera era acallado por la calidez y el orden multifacético y los fascinantes juegos de color, luz y sombras, de formas de expresión que invitan al silencio y la meditación, a la confrontación y la introspección. Reconozco en artistas de muy diferentes géneros palabras que pertenecen a todas las lenguas a través de sus creaciones. No sé cómo podría entenderlos, sino sólo a partir de destellos y atisbos de aquí y allá. Había con quien hablar, aunque te quedas sin palabras, sobre si la obra de arte justifica su propósito, si te incita, te encanta y te hace pensar en otros lugares, allí donde, probablemente, quiso el artista. Un exuberante desfile alegre y triste, grave y profundo, a menudo brillante, que presiona con sus imágenes el pecho hasta hacer difícil incluso el respirar… Mas, fue suficiente para dirigirme a otro grupo de obras expuestas y modular mi inspiración y expiración, ser otro, más preparado, incluso, y abstraerme. Había todo tipo de expresiones, palabras de la lengua de las bellas artes, tan diversas, cada cual con su belleza, su originalidad, cada una con algo propio que decir. Y en esta amalgama me encontré de pronto con la pintura “La Torre de Babel”, del gran pintor israelí y de origen rumano, Baruch Elron, expuesto a la entrada como una emblemática declaración artística, llena de profundidad y esencialidad. Sentí entonces orgullo y alegría —¿orgullo? ¡Ha, ha!..— Verlo al frente de todos le otorga el alto valor que merece, la honestidad, el respeto y la admiración.

El rugido del mar a un tiro de piedra de nosotros, penetraba en la sala de focos y pinturas, esculturas y gente de buen gusto, y me daba cuenta de que el inmenso mar, demoníaco y perturbador, más engrandecía la obra de Baruch Elron, por las olas casi negras y terribles que se levantaban contra el parapeto, trajeron viejas imágenes en mi mente sobre el diluvio y el Arca de Noé. Los supervivientes de la inundación fueron los babilonios junto a su rey, Nabucodonosor, quien retomó la vieja pretensión de levantar una torre al cielo. Nabucodonosor (el mismo que destruyó nuestro Templo, y a los judíos nos invadió, dispersó y apresó. No me cabe duda de que los judíos exiliados y los que fueron hechos prisioneros contribuyeron a la construcción de la Torre que enojó a Dios porque el Hombre –con H mayúscula- insolentemente trató de ascender por sí mismos sin la ayuda de la divinidad. Para demostrar la ausencia de límites. ¡Una nueva religión podía surgir dedicada al Hombre y su audacia! Pero Dios supo diversificar la lengua única hasta entonces, de modo que los hombres no pudieran entenderse, ni siquiera los constructores entre ellos. ¡La Torre no se terminó! A consecuencia de Dios mismo no nos entendemos entre nosotros los hombres. No obstante, ¡en este punto es maravillosa la metáfora de Baruch Elron! La Torre que él pinta, no es tan alta como la de otros famosos pintores. En cambio, ¡tiene más pies! Es antropomorfa. Y cada pie es de un color diferente, lo que sugiere distintas naciones e idiomas. Nadie puede ver porque tienen la cabeza y el tronco dentro de la Torre, tratando, probablemente, de encontrar nuevas soluciones para sus ideales. ¿Qué pasa entre ellos? ¿Cómo se comunican? Obligados a estar juntos, creen haber encontrado un medio de comunicación, aun cuando la diversidad de idiomas sea un obstáculo para la unión. Y, sin embargo, van al unísono. Quieran o no quieran. Aprendiendo unos de otros. De hecho, nosotros mismos estamos en esa Torre de Babel.

Observemos: cada uno de las piernas es de distinto color, lo que nos indica la diversidad del mundo en la que se basa la Torre. ¡Avanzan! Y, ¡formidable!, lo hacen en la misma dirección, en el mismo sentido. La construcción, aunque parece ser del mismo tamaño que en su inicio, en cambio parece casi terminada, en cuyo interior se hallan la vida y la emoción. Podría haber conflicto, parece inclinarse, quizás por cosas insignificantes y simbólicas (que no son suficientemente claras), pero lo importante, en general, es que la Torre multinacional, se mueve, avanza, se dirige por los significativos pasos de la gente. ¿Hacia dónde, Señor? ¿Adónde? Desde lo más hondo de la historia, la Torre de Elron viene o va, y todos somos portadores de ella, incluso ante el poder divino que enfrentó las lenguas. En este caso, en cambio, nos dice el gran pintor, se comunican. Avanza, señores, al unísono. ¡Para bien o para mal!

Aún hay más significados si miramos con atención la Torre de Babel de Baruch Elron. La recompensa de su interpretación y desciframiento nos puede iluminar, puede otorgarnos, entre otras cosas, la alegría por existir, que ahí sigamos, que… Por ejemplo, otro sentido importante es este: el pintor prefiere negar el fracaso del audaz sueño del hombre frente a la deidad, aunque deja la construcción sin terminar, rematada la Torre en su parte superior con una cúpula, quizás como un Templo, quizás recordando aquél destruido por Nabucodonosor, o a los hebreos deambulando, incitando el lamento de Verdi: «Arpa de oro de fatídicos vates, / ¿por qué cuelgas muda del sauce? / Revive en nuestros pechos el recuerdo, / ¡Que hable del tiempo que fue! / Al igual que el destino de Sólima / Canta un aire de crudo lamento / que te inspire el Señor un aliento, / que al padecer infunda virtud».

Lo espléndido de los pasos de los babilonios es que, con o sin nuestro permiso, incluyendo a los israelíes y a nuestro Israel, no somos gobernados por otras fuerzas, que traemos la Torre coronada (se trata de una corona, allá arriba), una cúpula dorada. Pero al mirar de cerca, entendemos que esta cúpula es en sí misma un globo terrestre. El destino del mundo, luego, también nuestro, ¡sin saber adónde! La Torre de Babel de Elron es hermosa, simbólica y surrealista, pero con un dramático realismo onírico y filosófico.

En la medida que la exposición en la costa del Mediterráneo isaelí alberga tesosros maravillosos, es también, una fantástica Torre de Babel artística. Con una encantadora atmósfera que ha iluminado la exposición y a cuantos han estado aquí,, creatdores Danielei Ament, Jacques Vainuska, Nir Ytzhak,, Malka Tsensiper, Moshe Muky, Dina Babai, Ada Bahat, entre tantos otros israelíes y numerosos artistas del mundo. Cada uno con su propio idioma, cada uno con su carisma, de una u otra manera, todos diferentes y todos juntos. El Saló de Otoño se deslizó de París a Tel Aviv (20-23 noviembre) implementado con valores hebreos importantes, hebreos de cualquier lugar y de cualquier origen, y ha constituido en Tel Aviv  una ventana a la maravilla y belleza de la humanidad. No es coincidencia que primero se exponga Torre de Babel junto a las excelentes Ventanas de Baruch Elron. Tal como lo veo, podría ser considerado el guardián de todo este acto cultural.

Me marcho con una lluvia torrencial… El mar grandioso y amenazante, me sugerían una inundación, pero la Torre de Babel triunfa, portada por los hombres hacia ninguna parte…


*Roni Caciularu periodista y reportero, fundador de "El Club de la Prensa" y del Café Teatro en el Hotel Decebal en Rumanía, miembro del Círculo Literario Mihai Eminescu y Secretario General de la Unión de la Comunidad Rumana (HOR, Uniunea Originarilor din România în Israel). Renovador del género periodístico en Rumanía, sobre todo en el Reportaje (con estilo literario) y la Entrevista. Es autor del libro de reportajes "Arco Voltáico" (1972).

**Héctor Martínez Sanz es escritor y profesor de Lengua Española y Filosofía, pionero en la obra pictórica de Baruch Elron en España. Recientemente coordina y publica el volumen Maestro Elron - Edición X Aniverario con el apoyo de Retrato Literario Libros (RLL), conmemorando el 10º Aniversario del fallecimiento de Baruch Elron acaecido en 2006

 
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